Recordar las cosas no es tener memoria de elefante. No es acordarse del día, el momento, el lugar, la hora y de los zapatos que llevabas puestos. Se puede recordar de muchas maneras. Se pueden recordar sensaciones, como cuando te despiertas de un sueño sin recordar lo que has soñado, pero con la sensación todavía ahí, y no lo sabes explicar.
Yo recuerdo la sensación de la voz de mi padre con el sonido del fútbol en la tele. La sensación del frío de una noche de verano durmiendo en el monte. La sensación de comer arroz con tomate un día de verano mientras veía unos dibujos animados de unos canguros que jugaban a baloncesto. La de un abrazo en un autobús litera a la vuelta de Bruselas. La de una película de mi infancia de unos animales que buscaban una flor para una amiga que estaba enferma. Me acuerdo de la sensación de una noche lloviosa en el balcón de un hostal. La sensación de un adiós en un puerto, y otro en una estación de tren.
No quiero dejar de recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario